-¿Qué te pasa, Jirafita?- preguntó el Elefantito algo preocupado
porque no era normal ver a la Jirafita sentada en un rincón con las patitas
cruzadas, cabizbaja.
La Jirafita torció el gesto y levantó la cabeza muy digna, sin
responder al Elefantito.
-Venga… ¿qué te pasa? ¿Estás enfadada?
-Pues claro – chilló indignada- ¡¡¡¡Tú lo debes saber muy bien!!!!
- ¿El qué tengo que saber?
- ¡Qué morro tiene! Se dedica a hablar mal de mí por ahí y… ¡¡¡¡dice que
no sabe nada!!!!!
-Pero... Jirafita, yo soy tu amigo: no hablo mal de ti.
-¿Qué no? ¿Qué no? Yo lo he visto…
-¿Qué os pasa? ¿Por qué chilláis?- intervino el Rinoceronte, que
pasaba por allí haciendo una carrera.
-La Jirafita, que se ha puesto tente
(impertinente en idioma Koala, el oficial de la Casita)- respondió el
Elefantito muy triste.
-No estoy tente!!!! Estoy enfadada!!!!
-¿Estar enfadada? Tú no enfadar, poner fea – dijo el Camello.
- (R)isa!!! (M)ejor (R)isa, tu
guapa si (r)ies- añadió el Pulpo que también había acudido al oír los gritos.
-¡Lo que faltaba! Encima si me enfado, me pongo fea… Lo has arreglado,
Camello- seguía chillando la Jirafita cada vez más furiosa, mientras al
Elefantito se le iban doblando poco a poco las orejas y la trompita se le
quedaba blandita, lo que le ocurre siempre que se pone triste.
-Pero… ¿Qué pasar? ¿Por qué enfadar?- preguntó el Camello para ver si
podía calmarla un poco.
- Qué el Elefantito ha hablado mal de mí. Ha dicho que soy una pesada
y que sólo pienso cosas inútiles. ¿Te parece poco? ¡Me ha llamado pesada e
inútil! Y yo no soy tonta: saco las mejores notas y eso que soy la más
pequeñita de todos!
-No es verdad, yo no he dicho eso…-añadió el Elefantito muy bajito,
tanto que no le oyeron.
- No creo que el Elefantito haya dicho eso- intervino el Rinoceronte-.
Él nunca habla mal de nadie, si una cosa no le gusta, te lo dice y ya.
-Ser verdad. Los amigos de verdad como nosotros, no decimos cosas así…
-Pero él lo ha dicho: Yo lo he visto.
-¿Visto? –preguntó el Koala que se acababa de despertar-, ¿cómo puedes
verlo? Las palabras no se ven.
-Sí se ven… Yo las he visto. Pasan corriendo…
-¡Ah! ¡Tú hablar de los rumores!
-¡Claro! Yo también los he visto. Son frases flotando en el aire, así
un poco como si tuvieran humillo…- dijo el Rinoceronte, muy contento por su
descubrimiento.
-Ampalito dice que a los rumores no hay que hacerles caso. Que son
como los pajaritos cuando dicen cosas: mentirosillos- añadió el Koala que ya
había aprendido la lección con su amigo el Oto Koala.
-El Koala tiene razón- apuntó el Rinoceronte- los rumores pasan
corriendo y como no los ves bien…
- Es verdad: yo me he fijado que cuando decimos algo, las frases se
quedan un rato flotando en el aire- añadió el Rinoceronte- y luego se van
corriendo como si tuvieran que hacer una carrera…
El Koala que estaba muy callado añadió:
- Yo he visto que se caen algunas palabras. Un día estaba durmiendo y
la palabra patata me cayó encima, me
despertó y como era una baya patata me la quise comer pero ya no estaba...
-Sí, (c)aer y ya no (s)aber que decir (f)rase…
-El Camello tiene razón- intervino el Elefantito por primera vez-. Yo
dije que la maleta de la Jirafita era muy pesada, que tenías que pensar qué
llevar para no meter cosas inútiles…
-¿Ves, Jirafita? Se habían ido cayendo palabras y ya no quería decir
lo mismo- insistió el Rinoceronte volviendo de una carrera, pues ya llevaba
demasiado tiempo quieto.
- Tu entender “Jirafita es muy
pesada” y el Elefantito había dicho “la
maleta de la Jirafita es muy pesada”. Caer maleta, de, la y ya no decir lo mismo. ¿Ves? Un
rumor, un mal entendido.
-Vaaaaale… Lo siento, Elefantito.
-Ser amigos otra vez: no enfadar. Amigos no enfadar, preguntar
primero, ¿vale?
-Vale - respondió la Jirafita, preocupada porque vio a su amigo muy
triste -¿Sigues siendo mi amigo, Elefantito?
-Claro. ¡¡Amigos!!
Y para celebrarlo todos hicieron una bulla a la Jirafita.
-(R)isa, mucha (R)isa…
-Pero, entonces -preguntó el Koala que se había vuelto a dormir- los
rumores…
-No escuchar, Koala. Mi mamá explicar cuando estar en el desierto.
Ella decir que no escuchar nunca las palabras que traer el viento del desierto.
Con su fuerza, arrastrar muchas palabras que decir la gente y mezclar todas y
si tu escuchar, entender cosas que no son ciertas.
-Tu mamá tiene razón, Camello. Los rumores nunca hay que escucharlos,
pues siempre vienen de personas que quieren hacer daño- sentenció el Búho,
entrando en la habitación-. Se acabó el recreo, bichos, sigamos con la clase.
Escrito por los Bichos y transcrito por Amparo Gómez-Rey, en la Casita un día de invierno de 2015.
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